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La Cartuja, un castigo para el beticismo

  • sevillaenmovimient
  • 30 oct
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 3 nov


El Real Betis Balompié comenzó las obras en el Benito Villamarín, a principios de septiembre, provocando el desplazamiento de sus aficionados hacia la Isla de La Cartuja, a las afueras de Sevilla, donde se encuentra el Estadio Olímpico de La Cartuja. Lo que debía ser un proceso temporal y planificado se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los béticos. Pese a las constantes quejas, ni el club ni las autoridades responsables han logrado solucionar este conflicto. Mientras tanto, el llamado Plan de Movilidad no se traduce en hechos y el malestar crece al ritmo de las retenciones en los accesos. 



El pasado lunes 27 de octubre, el conjunto verdiblanco disputó la décima jornada del campeonato liguero frente al Atlético de Madrid y se volvieron  a producir, según apunta el ABC de Sevilla, grandes colapsos en las entradas y salidas de las zonas habilitadas para el parking. Esta vez, las lluvias fueron las causantes de los cierres en varias de las calles colindantes a los accesos y, por ende, la consecuencia de algunos cambios en el plan de movilidad.



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Colapso en Ronda Urbana Norte a la salida del Real Betis vs Atlético de Madrid


Con este, ya son seis partidos disputados como local, y los béticos no cesan en sus críticas tras el cambio de ubicación, que les obliga a salir de sus casas con bastante tiempo de antelación y a abandonar sus asientos antes del pitido final. La paciencia de la afición verdiblanca empieza a agotarse, especialmente entre quienes ven cómo cada jornada se convierte en una odisea de atascos, esperas interminables y desorganización. 


Lo preocupante no es solo la falta de fluidez en los accesos, sino también la sensación de abandono que transmite la situación. No es normal que el socio, que paga su abono y recorre kilómetros para acompañar a su equipo, se sienta desatendido por unas instituciones que parecen más preocupadas por justificar sus decisiones y culparse entre ellos que por escuchar a los aficionados. 


La directiva del Betis presume de ser un club de su gente, pero su propia gente está pidiendo algo tan básico como poder llegar y salir del estadio sin que se convierta en una ratonera. Se trata de respeto hacia quienes llenan las gradas, hacia quienes sostienen el sentimiento de las trece barras día tras día. Porque el beticismo necesita soluciones reales, voluntad política y una organización a la altura de su afición.  



Miguel Terrero Vázquez

 
 
 

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